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30/04/2019

De una u otra forma las organizaciones perciben el crecer como una meta necesaria en la planeación estratégica y cuando se logra el crecimiento buscado se supone una gestión exitosa.

Sin embargo, en ocasiones no hay claridad sobre lo que significa crecer, cuáles son sus efectos y no se comprende con profundidad el significado de una buena gestión.

Es común ver a las organizaciones formular preguntas como: ¿Crecer significa vender más?, ¿Hasta dónde puedo crecer? ¿Crecer es tener mayor infraestructura y personal? ¿Qué tan rentable seré creciendo? o presentando afirmaciones como: “la meta del plan estratégico para este año es crecer un 20%,  eso nos posicionará como el número uno en el sector”. La meta de una organización debe ser: ser sostenible y el crecer, puede ser una estrategia para lograrla, sin embargo, el crecer por sí mismo no necesariamente genera sostenibilidad, por esto, si una organización lo entiende como su meta puede comprometer su viabilidad.

El problema no se limita al cuestionar si el crecer debe ser un fin o un medio, también es importante entender y formalizar qué significa crecer, entender cuáles son las estructuras que afecta y cuál es la relación del crecimiento con el estado de sostenibilidad de una empresa. las finanzas ofrecen modelos que permiten una comprensión clara y objetiva del tema del crecimiento, entender la relación con las diferentes estructuras de una empresa  y comprender la relación entre el crecimiento y la sostenibilidad.

El crecimiento tiene varias dimensiones de análisis que involucran todas las instancias de una organización, se necesita tener acceso a la información del mercado y el entorno, se necesita tener la inteligencia para comprender esta información, se necesita una estructura organizacional dinámica, flexible e innovadora, es necesario comprender cómo los diferentes procesos interactúan y qué recursos necesitan.  Para entender el crecer como una estrategia, se hace necesaria su formalización, y el uso de herramientas que permitan su manejo, estas herramientas deberán incluir las diferentes dimensiones de análisis. Mediante el uso de estos modelos, una organización puede diseñar una estrategia de crecimiento coherente con sus metas, y sin el riesgo de comprometer su estabilidad.

La primera asociación que se puede hacer cuando se habla de crecimiento en una empresa es su relación con el tema de ventas. Es común entender el crecimiento en términos de la variación periódica positiva de la cifra de ventas. Las ventas de una empresa, ya sea de productos tangibles, comercializadoras o industriales, o de productos intangibles, de servicios, siempre tienen dos componentes:

- Cantidad vendida en términos de su unidad de facturación.

- Precio.

La segunda asociación que se puede hacer con referencia al tema del crecimiento es su relación con la infraestructura, que en una empresa está representada por su activo, pero es necesario entender que la infraestructura no se refiere únicamente al activo fijo, también incluye capital de trabajo y otros activos.

Cuando el crecimiento se comprende únicamente desde la perspectiva de aumentar una participación en un mercado y/o el aumento en infraestructura, una empresa puede fijar metas en función de Ventas y/o Activos, y hacer lo necesario para cumplirlas. Sin embargo, se está ignorando el esfuerzo que la estructura de capital debe hacer para financiar esta meta, por esto antes de crecer, es necesario comprender los límites que la estructura de la empresa impone. Desde la óptica financiera, una empresa sostenible es aquella capaz de tener una generación operacional superior al costo de los recursos que financian su infraestructura y mantener esta condición en el tiempo.

Una meta debe servir para definir el resultado esperado de un plan, sirve como un punto de referencia para entender en dónde se está desviando el camino, debe ser universal, integradora y con base en esta, se definen objetivos parciales y los responsables. En términos de una empresa, la meta más universal es el ser sostenible. Desde la óptica financiera integra tres estructuras básicas: la operación, la infraestructura y la estructura de capital.

En un entorno complejo en donde la capacidad de una empresa para moverse al ritmo del mercado es una condición de supervivencia, se enfrenta el dilema de salir del mercado o crecer. En ocasiones se prefiere hacer todo el esfuerzo necesario para lograr la participación buscada, para no perder un cliente, o para ganar un contrato, elevando al nivel de meta la necesidad de estar en el mercado. Sin embargo, esta es una visión parcial del problema ya que en ningún momento la empresa está preguntándose si tiene la agilidad necesaria para mover su estructura y atender los requerimientos que la velocidad del mercado impone y cuál es el efecto real de estos movimientos. A esto se suma el hecho de que el incentivo en muchas organizaciones es proporcional a las ventas y no a la capacidad de hacer gestión sostenible.

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