

31/03/2020
Estamos enfrentando una realidad humana y del mundo entero sin importar raza, condición económica y estatus social.
Estamos evidenciando la igualdad humana en la adversidad y sorprende la capacidad que podemos tener de ser solidarios entre nosotros o indiferentes ante la situación actual que vivimos. Definitivamente la condición humana es inherente a su naturaleza.
Pasamos el tiempo pensando en trabajo, problemas, metas y sueños en lugar de vivir el presente a plenitud. Rescatar el valor del tiempo para estar con los nuestros, protegiendo de distintas maneras el núcleo familiar, y volviendo, así sea de forma obligada a compartir momentos de verdad con los seres queridos, es tal vez la mayor reflexión en este momento. El valorar en la distancia presencial, a todas aquellas personas con las cuales compartimos nuestro diario vivir y entornos, nos deben hacer sentir sin duda alguna, mas humanos, mas agradecidos y más comprometidos con un cambio real.
Aún no sabemos cuál es la manera correcta de atajar una crisis de este calibre, tan novedosa y con tantos daños colaterales. Y tristemente, no lo sabremos hasta bien avanzado el tiempo, cuando podamos obtener y evaluar los resultados de manera objetiva y fría. La crisis sanitaria, económica y social obligará al Mundo a entender, que la naturaleza siempre nos manda señales y avisos que a veces insistimos en no querer escuchar. El Planeta nos ha puesto en nuestro sitio y nos demanda conciencia y actitud frente al entorno. Esta crisis debe sacar lo mejor de nosotros y nos ha retado para medir nuestro temple y nuestra capacidad de adaptación a las circunstancias; sin embargo, sin reflexión y autoevaluación, el futuro podrá ser aún más incierto que el actual presente que vivimos.
Ha llegado la hora de dejar de señalar a los demás o a las circunstancias. Es el momento de asumir cuanta responsabilidad podríamos tener frente a todo lo que está sucediendo. Cuantas veces en proyectos de direccionamiento estratégico evidenciamos que el mayor obstáculo para un mejoramiento continuo podríamos ser hasta nosotros mismos y cuantas veces el cambio nos invita a mejorar nuestras conductas cotidianas, pero insistimos en seguir caminando de la misma forma, sin valorar, sin agradecer, sin expresar, sin comprometernos.
Extrañamos a las personas cuando ya no están, valoramos los sitios de labor cuando ya no pertenecemos a ellos, recordamos un saludo o una sonrisa, pero nos olvidamos de nuestra respuesta indiferente. Ha llegado el TIEMPO DE ACTUAR CON GRANDEZA, CON GRANDEZA HUMANA, con nuestra verdadera esencia, la que debemos implementar en nuestras vidas, en nuestras gestiones y en nuestros entornos. Lo bueno de una crisis es que nos hace a todos iguales, borra las fronteras, las geográficas y las de la piel, y nos da la oportunidad de colaborar solidariamente, modificando lo que hasta hace un rato era lo más importante.
Seguramente la vida nos brindará una nueva oportunidad, ojalá la asumamos con un cambio real; un cambio que nos permita evidenciar que toda esta dura situación vivida ha valido la pena. Por tal motivo y hasta que ese día llegue, GESTIONA A DISTANCIA PARA PODER GESTIONAR JUNTOS MAÑANA, puesto que esa esperanza jamás la podremos perder.